lunes, 17 de febrero de 2014



La identidad de una persona está constituida por infinidad de elementos
que no se limitan a los que figuran en los registros oficiales. Algunas personas
pertenecen a una tradición religiosa; a una nación, y en ocasiones a dos; a
un grupo étnico o lingüístico; a una familia más o menos extensa; a una
profesión; a una institución; a un determinado ámbito social… Y la lista no
acaba ahí sino que prácticamente podría no tener fin: podemos sentirnos
pertenecientes, con más o menos fuerza, a una provincia, a un pueblo, a un
barrio, a un clan, a un equipo deportivo o profesional, a una pandilla de
amigos, a un sindicato, a una empresa, a un partido, a una asociación, a una
parroquia, a una comunidad de personas que tienen las mismas pasiones, las
mismas preferencias sexuales o las mismas minusvalías físicas, o que se
enfrentan a los mismos problemas ambientales…
Aunque cada uno de estos elementos está presente en gran número de
individuos, nunca se da la misma combinación en dos personas distintas, y es
justamente ahí donde reside la riqueza de cada uno, su valor personal, lo que
hace que todo ser humano sea singular y potencialmente insustituible.


Amin, Maalouf. Identidades asesinas. Madrid: Alianza Editorial, 1999. Pp. 18-19.






1 comentario:

  1. La configuración de la identidad personal es un fenómeno muy complejo en el que intervienen muy diversos factores, desde predisposiciones individuales hasta el desarrollo de diversas habilidades suscitadas en el proceso de educación/socialización. En este trabajo me interesa explicitar los presupuestos filosóficos, ideológicos y simbólicos que intervienen en la construcción, configuración y elaboración de la identidad sexual masculina o femenina.

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